domingo, agosto 19, 2007

Juegos de niñas




Me muestra un adminículo que recién ha usado esa hembra agujereada y animalesca, y vaya que es una de las nuestras, espléndida, lampiña y, en general, sin ninguna línea recta.

Se repite distante en aquel cubículo, para ser apreciada por votantes que dejan más de una papeleta en las urnas, y envoltorios no de caramelos. Hoy pasa y ríe pero su desacato generalizado vaga siendo observado por congéneres y no, y hasta es el depósito favorito de un hermano mayor que la desconoce y juega consigo y con ella. Algunos le rinden culto y hasta exclusividad. Ahora los que están ahí hacen una ronda alrededor de ella. Yo la veo y no me causa gracia, me distrae de mis procesos. A mi entrepierna sí la hizo reír, eso sí, a base de cosquillas, al ver sus juegos de siempre, reiterada una y otra vez en medio de los gritos y correrías en el patio soleado de alguna casa gringa.



De pronto aparezco por acá y recuerdo cuando era viejo. Estoy en un estado de felicidad constante y con sus correspondientes altibajos. Me hago buena compañía. Hay quienes, he sabido, no disfrutan de conversarse, se objetan hasta el modo de caminar. Yo también lo hago, aunque con el tono lúdico de sustraerse de las costumbres para ir adquiriendo nuevas, y así volver a las favoritas cuando las ganas de jugar faltan. Porque jugar requiere energía de la que los niños rebosan e ignoran cómo utilizar. Se pierde en muchos casos asimilada en actividades comunes y aparatos electrónicos. Luche y pelota. Canciones refritas. Representaciones maternales. Arquetipos de complacencia infantil garantizada. Separación genérica. Pareciera no haber más que un mismo juego inmutable y absoluto, muchas y muchas tonadas pero todas en metro binario.



Me muestra un adminículo que recién ha usado esa hembra ni agujereada ni animalesca, y vaya que es una de las nuestras, espléndida, lampiña y, en ciernes, sin ninguna línea recta.

Se repite distante en aquel cubículo, para ser apreciada por votantes que dejan más de una papeleta en las urnas, envoltorios de caramelos. Hoy pasa y ríe pero su desacato generalizado vaga siendo observado por congéneres y no, y hasta es el depósito de indiferencia favorito de un hermano mayor que la conoce y no juega con ella. Algunos le rinden culto y hasta exclusividad. Ahora los que están ahí hacen una ronda alrededor de ella. Yo la veo y me causa tanta gracia, me distrae de mis procesos. A mi entrepierna no la hizo reír ni a base de cosquillas, las mismas que no fueron necesarias en mi boca y estómago, al ver sus juegos nuevos sólo suyos, reinventada una y otra vez en medio de los gritos y correrías del patio soleado de la escuela...


(2007)